En la dura segunda ola de la pandemia que nuestro país atraviesa, una de las mayores dificultades del sistema sanitario es poder cubrir la demanda de oxígeno medicinal que requieren los pacientes graves de la COVID-19. “El consumo de oxígeno es el problema más importante que tenemos. Se ha incrementado en alrededor de 200%”, señaló, en conferencia de prensa, la ministra de Salud, Pilar Mazzetti.
La crítica situación sanitaria ha motivado que el Servicio de Análisis Energético y Ambiental (SAEA) de la Sección Ingeniería Mecánica de nuestro Departamento de Ingeniería, junto con la empresa SERALT S.A.C., se aboque a revisar y optimizar las plantas generadoras de oxígeno medicinal que empezaron a diseñar y desarrollar en mayo del 2020. El proyecto recibió a fines de julio la autorización del Ministerio de Salud para su fabricación y uso.
Hasta el momento se han instalado más de 20 plantas generadoras de oxígeno medicinal de la PUCP y SERALT S.A.C. en diversas regiones de nuestro país.
El diseño modular de las plantas generadoras de oxígeno PUCP presenta tres capacidades distintas: 5, 10 y 20 metros cúbicos (m3) por hora. Esto le permite adaptarse a las necesidades específicas del establecimiento de salud. “Nuestro diseño es inclusivo. Por ejemplo, la comunidad de Llacuabamba, en la sierra de La Libertad, tiene una pequeña de 5 m3 para atender sus requerimientos”, sostiene el Mag. Fernando Jiménez, jefe del proyecto y docente del Departamento de Ingeniería. “Hemos pensado en los que menos tienen, los que más sufren”, menciona el Mag. David Chávez, coordinador del proyecto.
Asimismo, el equipo de la PUCP y SERALT S.A.C. se encarga de adaptar la planta solicitada al espacio donde será instalada. Para ello, toman en cuenta los aspectos geográfico y climático. “Las importadas no brindan esta opción porque, por ejemplo, no contemplan la altitud”, dice Jiménez. También supervisa que la instalación sea correcta, tal como sucedió cuando se implementaron las plantas en los hospitales Domingo Olavegoya, de Jauja, y Daniel Alcides Carrión, de Huancayo.
Si bien el oxígeno producido puede utilizarse para llenar balones, Jiménez no lo recomienda porque esta acción requiere un compresor que, al tener que importarse, tarda en llegar alrededor de 45 días. “Lo ideal es darle el oxígeno directamente a los pacientes”, afirma.
Al ser fabricadas de manera local, estas plantas de oxígeno se pueden entregar e instalar en dos semanas, lo que significa un gran ahorro de tiempo respecto a los equipos importados que, señala Jiménez, actualmente tienen un plazo de entrega de 120 días. Esta mayor rapidez es clave para salvar vidas.
Asimismo, las unidades diseñadas y desarrolladas en la PUCP tienen un costo mucho más asequible. “La inversión en estas plantas de oxígeno cuesta entre la mitad y la tercera parte de lo que las importadas que se encuentran en el mercado”, enfatiza Jiménez.
El profesor Jiménez menciona, preocupado, que la cantidad de oxígeno que necesita un paciente de la COVID-19 ha aumentado en esta segunda ola. “Al no haber actualmente camas UCI disponibles, se está priorizando dar oxígeno de alto flujo. Por ello, si en condiciones normales una planta de 20 m3 podía satisfacer a 100 pacientes, ahora alcanza solo para 20”, señala. Esta situación incrementa la necesidad de contar con plantas productoras de oxígeno medicinal.
En los últimos días, Jiménez ha recibido consultas de gobiernos regionales y municipios distritales de nuestro país, así como de México, Bolivia y Paraguay. Nuestro docente del D.A. de Ingeniería considera que sería un gran aporte de las empresas del sector privado el adquirir una planta de oxígeno y donarla a centros de salud. «Lamentablemente, día a día, crece la necesidad de oxígeno. Aquí tenemos plantas que pueden ser usadas. Los pacientes no pueden esperar más», resalta.
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